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El alma resiliente - Quinta parte

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Volver a la cuarta parte Quinta parte Ánima y Amonio corrían con celeridad gracias a la bomba de adrenalina del momento. Instintivamente, el repartidor giró la cabeza temiendo una tragedia que lamentaría por el resto de su vida, pues él, portador de un contrato que le permitía atravesar el bosque, no había contado con el litigio al que se enfrentaba su nueva acompañante. —¿Ánima? ¡Ánima! Ánima, ¿dónde estás? —gritó el joven desmoralizado—. ¡Ánimaaaaaaaaa! —volvió a gritar sin grandes resultados. Pasados unos segundos de angustia, el dulce sonido de la joven despertó el sosiego de cualquier esperanza perdida. —¡Shhhhhh! Amonio, deja de crear un drama de todo, por favor. Estoy aquí. ¿No te acuerdas del contrato que llevo o qué? —señaló Ánima mientras asomaba la cabecilla detrás de un árbol e izaba el papel acebollado, como si de una bandera se tratase. —Sí, sí me acuerdo, pero sigo sin tener claro cómo es posible que ese papel pentagramado te funcione sin un auténtico sello —retó el jove

El alma resiliente - Cuarta parte

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Volver a la tercera parte Cuarta parte Después del momento de lucidez, los jóvenes comenzaron a trazar un plan de fuga. —Vale, lo primero que debemos hacer es pensar cómo puedo atravesar el bosque, porque está claro que tú no tienes problema en esto —afirmó Ánima. —¿A qué te refieres cuando dices que yo no tengo problema en cruzar el bosque? —preguntó el joven a fin de sonsacar algo de información. —¡Amonio! Tú atraviesas diariamente la foresta y no mueres en el intento, ¿verdad? Anda, deja de hacerte el despistado. El otro día vi el contrato que nuestros padres firmaron para poder permitir al tuyo llegar hasta la muralla —informó una inocente Ánima. —¿Ah sí? ¿Y qué decía? —preguntó intrigado el joven. —Pues… aparecía escrito algo así como que el arconte del Sello de la Cebolla podía atravesar el bosque siempre y cuando nos trajese algún alimento, y que solo en ese caso podría volver a Gardenia. Pero vaya, me extraña que tu padre no te advirtiera antes sobre este pequeño gran detalle.

El alma resiliente - Tercera parte

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Volver a la segunda parte Tercera parte Amonio empezó a convertirse en un auténtico confidente para Ánima, y esta, a su vez, en una genuina musa para las inspiraciones más profundas del nuevo arconte. Al fin y al cabo, era la única persona con la que el alma joven podía compartir su día a día, más allá de las tradicionales conversaciones nulianas consigo misma. Ánima suponía para el joven la fantasía más sorprendente con la que podía iniciar un nuevo e intrigante capítulo vital. A medida que fueron pasando más tiempo juntos, la aproximación entre los jóvenes se hacía cada vez más evidente. Ánima, bien conocida por quien haya llegado a este punto de la historia, no podía emitir otra radiación que no llevase luz, intensidad, rebeldía, valentía y mucho anhelo de descubrir un más allá, lejos de las cuatro paredes de su eterna prisión. Amonio, en cambio, mostraba unas radiaciones un tanto extrañas para las costumbres nulianas, ya que su escucha activa y adulación extrema hacia la joven conf

El alma resiliente - Segunda parte

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Volver a la primera parte Segunda parte Un día, la ciudadela de Null vio interrumpida su dinámica habitual cuando el arconte del Sello de la Cebolla no dio señales de vida ni presencia. El alma vieja de Null comenzó a experimentar en su carácter, áspero de por sí, una evolución hacia la disimulada desesperación. En cierto modo debía mantener la tranquilidad que lo definía, pues cualquier mínima alteración en esta aseguraría una diana de tiro para los dardos de la espabilada Ánima. Hambrientos y desesperados por la ausencia palpable del aprovisionador de alimentos de Null, padre e hija se dispusieron a obtener una respuesta convincente dirigiéndose hacia la gran muralla. Acompañada por el ligero gruñido del agobiado padre (o de sus tripas), Ánima decidió observar, a través del pequeño resquebrajo presente en el muro, la ostentosa fronda situada fuera de este. De repente, una silueta oscura pareció acercarse con intensidad hasta las coordenadas marcadas por sus vívidos ojos, cuya expresi