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El alma resiliente - Séptima parte

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Volver a la sexta parte Séptima parte La escena encajaría perfectamente en el marco de una novela de terror. Ánima entró en el bosque aun sabiendo que podría faltarle el aire. Tan solo unos centímetros de distancia marcarían un antes y un después en la madurez de la joven: si conseguía permanecer en el bosque con vida, significaría que su padre no habría roto el contrato que ella misma dejó sobre la butaca el día de su partida, y a un tiempo, consolaría su angustiado corazón al saberse perdonada. Aliviada por su entrada sin contrariedades en el bosque, Ánima esperó pacientemente la llegada del raptor de almas, pues la convivencia con él la había preparado para un exhaustivo dominio de sus posibles movimientos. Amonio apareció detrás de ella con las palabras cargadas de un fraudulento príncipe que no se daba por vencido, y persistió en sus intentos de convencer a la joven para que volviese a su «eterno castillo». El alma de Null no se dejó. —¡Ánima, quieta! —¿Quieta? ¿Acaso me vas a con

El alma resiliente - Sexta parte

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Volver a la quinta parte Sexta parte La velada a tres, entre Ánima, Amonio y Omonia, no tuvo desperdicio alguno, pues fue un tenso intercambio de miradas intencionadas, mensajes cifrados y palabras con doble sentido. —Bueno, Amina, digo, Ánima ¿Cómo llevas tu estancia en Gardenia? Alejarte de tu familia buscando un porvenir no ha tenido que ser nada fácil. Desde luego, la ausencia de un sello puede generar un verdadero trauma para toda la vida —comentó torpemente Omonia. —¡Mamá! Vas a incomodarla —la interrumpió Amonio. —¿Por no tener un sello? —contestó Ánima a Omonia—. ¿Incomodarme? No, no, para nada me incomoda —confirmó la joven dirigiéndose a Amonio e intrigada por la información obtenida. —Lo lamento, la muerte temprana de unos padres y el exilio de Haliferol no deben de ser situaciones nada fáciles para una chica de tu edad. Te habrá costado mucho tirar hacia adelante —corroboró la madre del joven. En ese momento, el rostro de la joven lo decía todo. La incredulidad con la que Á

El alma resiliente - Quinta parte

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Volver a la cuarta parte Quinta parte Ánima y Amonio corrían con celeridad gracias a la bomba de adrenalina del momento. Instintivamente, el repartidor giró la cabeza temiendo una tragedia que lamentaría por el resto de su vida, pues él, portador de un contrato que le permitía atravesar el bosque, no había contado con el litigio al que se enfrentaba su nueva acompañante. —¿Ánima? ¡Ánima! Ánima, ¿dónde estás? —gritó el joven desmoralizado—. ¡Ánimaaaaaaaaa! —volvió a gritar sin grandes resultados. Pasados unos segundos de angustia, el dulce sonido de la joven despertó el sosiego de cualquier esperanza perdida. —¡Shhhhhh! Amonio, deja de crear un drama de todo, por favor. Estoy aquí. ¿No te acuerdas del contrato que llevo o qué? —señaló Ánima mientras asomaba la cabecilla detrás de un árbol e izaba el papel acebollado, como si de una bandera se tratase. —Sí, sí me acuerdo, pero sigo sin tener claro cómo es posible que ese papel pentagramado te funcione sin un auténtico sello —retó el jove

El alma resiliente - Cuarta parte

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Volver a la tercera parte Cuarta parte Después del momento de lucidez, los jóvenes comenzaron a trazar un plan de fuga. —Vale, lo primero que debemos hacer es pensar cómo puedo atravesar el bosque, porque está claro que tú no tienes problema en esto —afirmó Ánima. —¿A qué te refieres cuando dices que yo no tengo problema en cruzar el bosque? —preguntó el joven a fin de sonsacar algo de información. —¡Amonio! Tú atraviesas diariamente la foresta y no mueres en el intento, ¿verdad? Anda, deja de hacerte el despistado. El otro día vi el contrato que nuestros padres firmaron para poder permitir al tuyo llegar hasta la muralla —informó una inocente Ánima. —¿Ah sí? ¿Y qué decía? —preguntó intrigado el joven. —Pues… aparecía escrito algo así como que el arconte del Sello de la Cebolla podía atravesar el bosque siempre y cuando nos trajese algún alimento, y que solo en ese caso podría volver a Gardenia. Pero vaya, me extraña que tu padre no te advirtiera antes sobre este pequeño gran detalle.