Volver a la segunda parte Tercera parte Amonio empezó a convertirse en un auténtico confidente para Ánima, y esta, a su vez, en una genuina musa para las inspiraciones más profundas del nuevo arconte. Al fin y al cabo, era la única persona con la que el alma joven podía compartir su día a día, más allá de las tradicionales conversaciones nulianas consigo misma. Ánima suponía para el joven la fantasía más sorprendente con la que podía iniciar un nuevo e intrigante capítulo vital. A medida que fueron pasando más tiempo juntos, la aproximación entre los jóvenes se hacía cada vez más evidente. Ánima, bien conocida por quien haya llegado a este punto de la historia, no podía emitir otra radiación que no llevase luz, intensidad, rebeldía, valentía y mucho anhelo de descubrir un más allá, lejos de las cuatro paredes de su eterna prisión. Amonio, en cambio, mostraba unas radiaciones un tanto extrañas para las costumbres nulianas, ya que su escucha activa y adulación extrema hacia la joven conf